En la escuela Cité Germinal de Gilly, el viaje es el tema de casi todas las conversaciones. Algunos, como el pequeño Necim, se muestran muy confiados ante la idea de subirse a los esquís: "¡Sí, va a ser genial! ¡Seguro que va a salir bien! Ya he hecho la maleta y tengo muchas ganas de irme", otros, como Mélina, son un poco más aprensivos.Al principio no tenía muchas ganas de ir, pero fue el profesor quien me motivó. Ahora estoy impaciente porque sé que va a ser extraordinario". Y, efectivamente, el programa del viaje estará repleto: habrá esquí, por supuesto, pero también divertidas actividades para descubrir la flora y la fauna de las montañas.

Vincent Joachim, el profesor, lleva yendo a Marcinelle-en-Montagne desde 1992: "Es una iniciativa maravillosa porque permite a niños que a veces nunca han salido de Bélgica hacer un viaje que recordarán toda la vida. Por supuesto, están un poco disipados antes de salir, y es evidente que les cuesta más concentrarse durante las clases. Pero, ¿cómo culparles? Lo que sí sé es que van a tener estrellas en los ojos en cuanto lleguemos arriba".

Todos los alumnos de 6º de primaria de los colegios de la ciudad están invitados. El coste del viaje es limitado para las familias: "Pedimos a los padres que nos faciliten su declaración de la renta del año anterior, para poder calcular su contribución económica, que oscila entre 112euros -hay varios tramos intermedios- se ajuste a su capacidad financiera", explica Julie Patte, primera teniente de alcalde de Charleroi responsable de Educación.

Las clases de montaña también suponen un coste para la ciudad: unos 700.000 euros al año.

Fuente: www.rtbf.be/article